Julio Cotázar

Julio Cotázar

lunes, 1 de diciembre de 2014

Silencio




Habré de buscar ojos de pájaros fríos
y disparos
y ráfagas  
hacia un corazón arañado

El lenguaje de los huesos mira hacia abajo
él tiene sed y urgencia de decir
en vano es asemejarse al fuego caído
(umbral de gargantas ciegas)

Fuiste miel de alcantarilla
rozando el borde de un viento frágil

Desnudos de palabras
te vi caer allí
donde termina el mundo

¿Quién golpea la puerta?

¿Negación o vergüenza?

lunes, 10 de noviembre de 2014



Todos los destinos conducen a un cielo naranja
las hordas están presentes al borde del sol
y una herida de corrupción interrumpe la gloria
El corazón franquea sus instintos
bajo la condición mártir de un guerrero zulú

La oxidación de un cuerpo desorientado
la red de palabras sin frecuencia migratoria
Un trozo de pan terrestre alza las botellas
como el sueño de un rayo entre árboles mojados

¿Será la aberración una amenaza demente?
Los fuegos apagan la entrada de los túneles
y nadie pregunta por tus ojos nuez

Es costumbre mirar de costado el porvenir
tu espacio y mi recuerdo agitarán los días heridos

para dejar pasar la inocencia del fuego

domingo, 12 de octubre de 2014



He llegado otra vez a los dormitorios solitarios
esta vez en forma definitiva
recrear amar sentir
todo desde afuera
el centro parece una superficie de sudor
sobre detenidas aguas de madre

Soy sólo humo dentro de un mar gigante
he merecido entristecer sin árboles
entre brazos ajenos que no comprendieron mi congoja
de fantasmas que se mueven sobre mí
angustias contemplando ángeles de animales

Si amor quisiera alrededor
si tuviera alimento rocío 
si puedes resplandecer o esperar
hay hombres con una historia detrás

tiemblan huesos donde seco mi rostro-azul
para no molestar a tus ojos perfectos
cambio mi corazón blanco por miedo a ser castigado
aquella madrugada que avanza es un pájaro 


no tenes nombre todavía

lunes, 6 de octubre de 2014




Asustada allí
te reconozco siempre
entre dichas y calumnias

te hablaba acerca
del viento íntimo
frente a un espejo

una puerta de madera
esa vista de calle
una antigua columna amarilla

pero era de antes
ese pasillo angosto
como un árbol o una insignia de papel

fui a caer entre tus brazos
en forma de blanca luz
acostumbrado a cerrar los ojos


¿Perderemos?

domingo, 5 de octubre de 2014


Este es el huracán que sale
de mis propias cenizas
ese otoño ya no existe mamá
las amapolas son inocentes
                           en este entierro soy sólo yo
me separo de mis alas
con violencia extrema
aquí se cruzan libres
los malos pensamientos
mi espada beberá de mi sangre
los perros lamen mi piel

es ahora ese río que muerde

domingo, 21 de septiembre de 2014

a Natalia




Haber elegido imaginarte                                                                                                                                                 
en vez de intentar llegar
hasta donde estabas

Haber soñado el canto de tus ojos tiza
desviar tu atención hasta mi sombra
sin modo quererte como se quiere
una luna una desconocida

Caminar   sentir    sostenerte
por cuadras y soles azules

Buscar donde no se busca
dormir frente a tu espejo
jugar a la lluvia
intentando que nada se rompiera

Tu boca rozándome el corazón
un cielo donde pisabas rosas blancas
donde cada ruina sobrevive

Volver hacia tu piel entre tormentas rotas
y de nuevo la nostalgia
y la sensación de perder
lo que jamás se ha tenido  

Esa orilla es un pueblo que crece
el ayer
un alambre de púas

Una voz debajo de otra voz
constelaciones
alrededor de tu vientre
entre palabras nocturnas

El grito rojo de la espera  
se enciende y brota inmóvil

Tus ojos caminarán
allí donde no hayas mirado nunca                   



                                                                                                                                                    

domingo, 31 de agosto de 2014

A 30 años del primer disco de Soda Stereo


"Yo todavía los puedo ver a Gustavo y a Zeta entrando por la puerta de mi casa, el primer día que nos encontramos para conocernos y para ver qué hacíamos. Sentí una fuerte conexión humana. Recuerdo que ese día no tocamos: hablamos. Soñamos como cualquier grupo que recién comienza. Dijimos: “Vamos a hacer una banda y vamos a hacer esto y lo otro y estaría bueno aquello y la estética” [1]Charly Alberti. Estas palabras de iniciación del baterista fueron el puntapié inicial. Un día del año 1982. Tiempos violentos para el país. Pero también de efervescencia para el rock argentino y una inocencia a prueba de todo. Al final quedaron ellos tres, Gustavo Cerati, Héctor “Zeta” Bosio y Charly Alberti. El jardín de los senderos que se bifurcan quiso que se encontraran aquella tarde y que no se separaran por casi 20 años. Desde el comienzo trazaron una manera distinta de hacer todo. No sólo fue su música, bastón fundamental para una banda, también fue su vestuario, la estética audiovisual y fundamentalmente la forma de encarar el negocio de la música. “Nosotros queremos ser populares” dijo alguna vez Cerati. Pero el comienzo fue difícil. Al principio no fueron tres, sino que fueron casi siempre cuatro o cinco. Richard Coleman, Ulises Butrón y Daniel Melero entre otros se disputaron ese número cuatro. Pero había algo entre ellos tres inquebrantable. Y así siguieron siendo sólo ellos. Hasta el lanzamiento del primer disco titulado como el nombre de la banda, el trío supo de armarse un sonido y una estética singular. De la mano de Alfredo Lois como Director de Arte, soda Stereo se nutrió desde el comienzo de estar un paso adelante del resto. Miraban a Inglaterra y lo que se venía era la New wave. Un desprendimiento del ya agotado punk mezclado con pop a base de sintetizadores con una impronta musical  de mayor complejidad. Ellos tomaron nota y se enfocaron en una nueva manera de hacer música, de vestirse, de peinarse y de cómo dar el próximo paso. El primer disco llegó gracias al intenso trabajo desde el comienzo del incipiente trío. En 1984, dos años después de conocerse, se juntaron en un estudio de la discográfica CBS y se dispusieron a grabar lo que sería su debut discográfico. Con un dibujo de sus caras en la portada, el álbum se editó el 27 de agosto de 1984. Con la producción artística de Federico Moura (cantante de Virus), Soda Stereo dio a luz su tan esperado vinilo. El disco tiene toda la energía y las imprecisiones de un primer disco. Nadie sabía que el grupo poco tiempo más tarde iba a convertirse en la banda más grande de Latinoamérica. Ni siquiera ellos. El disco trata básicamente sobre lo superficial y hedonista que puede ser el mundo a veces y las contradicciones que surgen en el modo de sobrevivir a ello. Argentina estaba viviendo su libertad democrática luego de siete años de dictadura y había que reparar los daños. Pero en este disco no hay nostalgias por un pasado turbio, sino más bien todo lo contrario. Ellos son los raros peinados nuevos de Charly García. Es todo presente, el régimen se acabó, reza la canción Dietético de ese disco. Lo que transmite Soda en ese momento es pura adrenalina y un hambre de éxito incontenible. Quizás la producción artística no fue del todo acertada por el experimentado Moura, pero hay que ponerse en ese momento. Es decir, en vivo era mejor banda que lo que sonaba en ese primer disco. Con el pasar de los años y de la música, es notable el cambio de dirección, sin perder su esencia, entre disco y disco. Un crecimiento como tal vez no se dio en ninguna otra banda de estas tierras. Al año siguiente va a llegar Nada personal, mucho más serio, luego Signos, donde alcanzan una madurez muy difícil de superar. Pero para eso ya habrá tiempo de analizar. A 30 años de aquella primera aventura que atravesó mucha música y siempre las mismas tres personas. Un simulacro demasiado real.




[1] Revista Rolling Stone Octubre 2007

miércoles, 6 de agosto de 2014

Relato de una reparación








A Estela la conocí en una presentación del libro El dictador, de María Seoane y Vicente Muleiro, en el Colegio Nacional. Estaban los autores y Eduardo Luis Duhalde junto a ella. Cuando le tocó hablar a Estela me impactó su serenidad, pero al mismo tiempo su entereza, su lucha, su manera recta de hablar. Con la frente bien alta y mirándonos a los ojos a todos los que estábamos ahí. Recuerdo haber llegado ahí con algunos problemas que yo creía importantes atorados en mi cabeza. Fueron un rayo de luz sus palabras de aliento. Pensándolo bien, ella había perdido una hija. La habían asesinado por pensar distinto. Una vida interrumpida a los 23 años. Y la entereza de su madre reclamando, no venganza, sino verdad y justicia. Cuando finalmente el evento terminó, pasó por al lado mío. Y sentí un temblor de esos que emocionan de una manera sobrenatural. No pude ni siquiera mirarla a los ojos. Pasó derecha y muy segura, pero al mismo tiempo serena y calma. Tenía una misión en su vida. Le habían arrebatado a su hija unos hombres que de la vida no sabían nada. Ella luchaba desde su desaparición y luego cuando le confirmaron su muerte física en un destacamento de Policía de Isidro Casanova. Le pidieron que reconociera el cuerpo. Desde ese día y para siempre, su misión sería encontrar a los culpables. Sin saberlo, Laura Carlotto estaba embarazada de tres meses cuando la secuestraron. Una vecina fue a visitarla y se lo dijo. Había visto a Laura en un campo de concentración y si nacía varón le pondría Guido, como su padre, esposo de Estela. Y así pasaron los años, entre búsquedas y el hachazo irreparable del tiempo. La esperanza y la fe en todos sus estados. La inclaudicable lucha de jamás darse por vencido. Atravesando situaciones de todo tipo. Buscando a su nieto Estela recorrió el mundo para que todos sepan.  Guido hoy tiene 36 años, es músico y vive en la localidad de Olavarría. Sí, Estela encontró a su nieto después de todo este tiempo transcurrido. Y ahí estaba la abuela, serena y calma como aquella vez que la vi. Con lágrimas contenidas, con emociones que no cabrían en todos los corazones de los habitantes de esta tierra. Me pregunto, ¿Cuánta alegría y felicidad junta debe estar sosteniendo Estela en este momento? Recordar a su hija que no pudo envejecer. Imaginar a su nieto, no ya bebé, sino convertido en un hombre que habitó la misma nación y tal vez recorrió las mismas calles que su abuela sin saberlo. Y un día el cuadro se completa, se hace más grande. El sueño aparece de múltiples formas y sí, es verdad. Es él y es ella parados, enfrentados en un mismo tiempo que los encuentra a cada uno en la misma sangre  y sus vidas cambiarán para siempre. Y Estela sigue ahí con sus ojos sosteniendo la emoción de años, de siglos, de universos y pensamientos que sólo ella sabrá.  ¿Y cómo será el encuentro? ¿Qué se dirán? ¿Qué hay de ese silencio? ¿Cuántas imágenes pasarán por su mente? Esto nos ensancha el corazón. Hoy pasado y futuro se juntan.  36 años de sueños realizados en un solo día. Lágrimas de amor que llegan al alma.  ¿Existe algo mejor en el mundo?

sábado, 12 de julio de 2014

Un paso más

Y pudo nomás. Argentina pasó a la final a puro aguante y resistencia. Un partido pensado sobre todas las cosas. No hubo demasiadas situaciones de gol para ninguno de los dos equipos, tampoco faltas. Fue un partido que se debatió en la mitad de la cancha. Donde el respeto era mutuo, distante. El equipo argentino de la mano de Sabella pasó a una final de la Copa del mundo después de 24 años. Es difícil no poner el corazón delante de todo. Los penales fueron como lo que son, un nervio detrás de cada tiro al arco. De aquí en más, en palabras del periodista Gonzalo Bonadeo, “ceder la fe es algo absurdo”. ¿Qué sentido tendría? Un paso más hacia la victoria. Argentina se quedó con el resultado a favor porque fue más que Holanda. Digamos que creció en cada partido hasta aquí.  Tuvo un comienzo flojo desde lo táctico y ofensivo. Luego se fue dando cuenta de ciertas cosas y pensó cada paso que dio. El resultado fue estar una vez más en una final. Lo cual no es poco. Si vamos al equipo en sí,  hoy todos son eso, un conjunto homogéneo que se fue conociendo, sosteniendo y alentando día a día. Después los resultados a favor pudieron soslayar cualquier error. Mascherano una vez más dio muestras de sacrificio, tenacidad y voluntad. Dentro y fuera de la cancha, es un auténtico motivador capaz de derribar cualquier obstáculo. Romero, la gran figura a la hora del tiro de los siete pasos. Holanda nuevamente se quedó a mitad de camino y no pudo con una Argentina decidida a ganar hasta el último minuto. Ahora, frente a Alemania, sólo le queda un paso. Aunque es verdad que el equipo europeo se mostró superior durante todo el mundial, nada está dicho y el campeonato puede estar para cualquiera de los dos. Será el domingo. Argentina y Alemania es la tercera vez que se enfrentan en una final. La primera vez fue en México 86, con el Campeonato del mundo para Argentina, luego en Italia 90 fue para Alemania, ahora en Brasil 2014 habrá que desempatar. Pero todo lo hecho hasta aquí para el equipo sudamericano fue con confianza y a puro corazón. Adelante muchachos. La historia los está esperando.

miércoles, 9 de julio de 2014

Brasil 2014

Horas antes de Argentina Holanda

Hasta aquí muy poco. Digamos que el equipo argentino no jugó con grandes rivales. De ahí la incertidumbre para mañana. Frente a Holanda se sabrá la casi definitiva verdad del equipo de Sabella. De ahí en más hay sólo un paso, el definitivo. Pero me quiero detener hoy, esta noche nerviosa de julio. Y pensar en palabras. Si analizamos a la Argentina, la primera ronda fue mala. Jugó con equipos fáciles y de bajo nivel en el manejo de pelota. Fueron tres partidos, tres victorias. Bien. Después Suiza, que nos hizo sufrir durante todo el partido y terminó con una pelota en el palo nuestro en el último minuto. Luego Bélgica, quizás el partido más equilibrado si no hubiese sido por el temprano gol de Gonzalo Higuaín, más uno que no fue de él mismo, más la jugada de Messi que prefirió patearle al arco antes de amagarle al arquero e irse por la derecha.  Argentina no demostró gran fútbol hasta ahora, pero en un Mundial, el resultado a favor tapa todo. Insisto, no jugó frente a un gran rival. Pero mañana va a tener uno. A medida que el equipo avanzaba, esto iba a ser inevitable. El equipo albiceleste no  sólo no demostró, sino que tampoco convenció del todo y esto porque sigue ganando la incertidumbre de enfrentarnos a un equipo de verdad, como Holanda y si llega a ganar, contra el mejor equipo de este mundial Brasil 2014, Alemania. Lo de Brasil fue un caso aparte. 7 Alemania, 1 Brasil. No voy a decir que Alemania fue superior en todo momento, ni que Brasil no encontró en ningún momento el partido. Es muy deforme como resultado. Una verdadera tarde negra para Brasil en suelo local. Aquí hubo una falla que excede lo futbolístico. A Brasil se lo veía totalmente desconcertado. No tenía ganas de jugar al fútbol. ¿Qué habrán pensado minutos antes en el vestuario? ¿Querían ganar este partido? Ganado este partido venía la final y con ellos, la sombra de aquella derrota indeleble de 1950 en el mismo Maracaná contra Uruguay. Brasil no quería jugar ese partido. Y Alemania se lució sin demasiado esfuerzo. Insito, aquí hubo un problema no sólo anímico sino principalmente psicológico para Brasil. Parece ser que no les importó la historia, ni ser locales, ni haber ganado 5 veces la Copa del Mundo. Ni haber tenido excelentes jugadores vistiendo la camiseta amarilla. Ni los miles de hinchas que estaban presenciando una masacre histórica. No les importó. No querían jugar ningún partido. Ni frente a Alemania ni frente a ningún otro equipo. Lo lamento por ellos, sus familias y toda la gente que estaba allí presente. Ante todo cuando la cámara enfocaba a todos esos chicos llorando. La historia verdaderamente los juzgará. Hoy nadie es del todo conciente de ello. Volviendo al  partido de   Argentina frente a Holanda, los 11 de Sudamérica se hunden en la incertidumbre. Argentina llegó hasta aquí como en una especie de nebulosa a la que no se supo definir. Ahora se va a saber la verdad. Sabemos que, de no seguir, nos tocaría jugar contra Brasil por el tercer puesto. Pero ese no era el sueño. ¿En realidad queríamos jugar la final con el equipo local no? No va a poder ser. Holanda tiene la personalidad de los campeones. Hasta aquí tuvieron que atravesar algunas dificultades, como todo equipo grande que quiere llegar hasta lo último. Argentina en cambio, tomó algunas buenas decisiones, otras cosas le salieron bien. Y el resto es mérito de individualidades realmente destacables, como Mascherano, para mí, el mejor jugador de este Mundial.  El sol ya se acerca. Puedo ver el equipo allá lejos en un horizonte difuso pero electrizante. ¿Podrá Argentina hoy?

lunes, 16 de junio de 2014

El pasado


El pasado
Alan Pauls
Anagrama

560 páginas



Describir la soledad desde un amor desintegrado es siempre una intervención insegura. El pasado deja entrever una implicancia ante el hecho no consumado de Rímini y Sofía, separados luego de trece años. De ahí en más, son dos seres condenados a enloquecerse que habitan un mundo complejo y perverso que se dejó llevar por la desidia. Un camino a la soledad del amor es también un camino inverso a la felicidad. El resultado que describe Alan Pauls (Buenos Aires, 1959) es más bien un antídoto al desasimiento y juventud de un tiempo que avanza hacia atrás. El pasado toma como punto de partida el final de una relación, y desde ahí avanza  hacia el mismo infierno o infinito en la cabeza de Rímini, por un lado,  que intenta alejarse desde una realidad que se transforma, y la de Sofía, ella sigue viva más allá de la disolución de la que forma parte.  Él combate en su mente, un escape sobrenatural que se obsesiona con una Sofía irreal y que de a ratos fluctúa una inversión de tiempo y locura. Un desprendimiento irregular fluye entre recuerdos compasivos ante la contrariedad de una nueva e incesante búsqueda. Es posible que El pasado sea un divisor entre el vacío después de una decepción amorosa y el desencanto de querer volver a vivirla nuevamente. El fruto exquisito de la espesura dialoga hacia un ayer difuso, detenido en un tiempo altisonante y difícil de distinguir. La vida de Rímini se desarma a través de sus acciones equívocas y desdeñadas sin ningún tipo de exigencia. Va de un lado a otro buscándose entre dos fuerzas opuestas, una que lucha incansablemente por soltar a Sofía y olvidarla y otra que funciona como una fuerza contraria, anómala y sobre todo destructiva. En tal caso, Rímini acepta su propio riesgo, su espectro actúa como un espejo que le devuelve su imagen deformada. Encerrado entre paredes sin aberturas, Rímini busca sin ser demasiado consciente su falso destino. Deambula como un hombre que busca un mero dominio alejado de cualquier defensa. La emergencia de El pasado se centra en un amor trágico, destinado al sufrimiento, que puede tomar forma de convicción en la medida que se pueda hacer algo con el significado de su historia. La discusión de un amor en pleno derrumbe pasa de un borde a otro y se traduce a través de un reordenamiento en declive. A la vez, ese mismo amor, es invadido a poner brutalmente un límite imaginario a una relación de seres lastimados. La intensidad a la que se  expone la novela es atribuida a cierta cadencia, un grito al unísono que despliega un síntoma de desenfreno dentro de una Buenos Aires que va a ser de testigo. El pasado atraviesa de principio a fin el desenlace de un amor en eterna agonía. La historia fluye hacia otras vivencias, amores corroídos,  casi siempre dependientes de todo. Alan Pauls enfrenta la descripción de los laberintos del amor, las vicisitudes del amor, las incongruencias del amor. ¿El resultado? Un llamado a la solidaridad de un amor que no puede sostener la decadencia de los protagonistas sin creer en sí mismo. Un amor desorientado como un cauce sin salida, que se desangra, inconmovible, aciago. Finalmente, El pasado trata sobre la descripción de una soledad dañada, sin equilibrio.

martes, 3 de junio de 2014

Brothers in Arms - Dire Straits

La quinta maravilla


“Ahora el sol se ha ido al infierno
y la luna cabalga allá arriba
Dejame ofrecerte mi despedida
todo hombre tiene  que morir
Pero está escrito en las estrellas
y en cada línea de tu palma
Somos tontos en hacer la guerra
a nuestros hermanos en armas”

Brothers in Arms 



Hay discos que soportan el paso del tiempo. Hay sensaciones que perduran siempre en uno. Brothers in Arms (1985) de Dire Straits  es un ejemplo. Tenía 21 cuando lo escuché por primera vez con atención en formato CD. Lo primero que me impactó fue el sonido, me refiero a cómo está grabado. El complejo trabajo en el estudio de cada uno de sus integrantes que conforman a la banda, súper inglés y sofisticado. Con el inconfundible sonido de la guitarra a cargo de Mark Knopfler adelante, la banda es un destino seguro de perfección y buen gusto. Dire Straits deja en claro que habían llegado a su máxima interpretación creativa. No dejaron nada al azar. Tres años son lo que lo separan de su anterior trabajo discográfico en estudio, Love Over Gold (1982). Brothers in Arms impacta sobre todo por su perfección, en tiempo y espacio,  en cada una de sus nueve canciones. Es un disco para escuchar con auriculares y deleitarse hasta la más infinita belleza sonora. Dire Straits es una banda que inicia su carrera a fines de la década del ´70 con el eterno liderazgo de su cantante, principal guitarrista, compositor y productor artístico de todos los discos de la banda, Mark Knopfler (Escocia, 1949). Brothers in Arms llegó con varias sorpresas, esta vez el único guitarrista que figura en los créditos es Knopfler e incluye a dos tecladistas, Alan Clark y Guy Fletcher, integrantes que se quedarían hasta la disolución del grupo en 1995. Como ingeniero de sonido, el experimentado Neil Dorfsman y ganador del Grammy en ese año por este disco. Y un dato más, la canción más difundida del disco, Money for Nothing, y su inolvidable video, cuenta con la participación en voces de Sting, además de compartir el crédito en composición junto al mismo Knopfler. El resto de la banda la integraban el bajista John Illsley,  único miembro fundador junto a Knopfler y en la batería Terry Williams y Omar Hakim, éste último formó parte de la gira de Sting como solista en Bring on the night al año siguiente. Quizás Brothers in Arms reúne las mejores canciones jamás reunidas en un Long Play y además demuestra la adultez y evolución de una banda que necesitaba un disco así. Este es su quinto disco en estudio, y sus anteriores trabajos discográficos son un camino, una guía de aprendizaje con excelentes resultados para concluir y luego seguir en el siguiente disco, y último hasta la fecha, On Every Street (1991). La siempre inconfundible guitarra de su líder y su manera de tocar el instrumento sin púa, hacen de esta banda, un sonido único, exquisito y que siempre vale la pena volver a escuchar. En síntesis, Brothers in Arms demuestra una complejidad rica en armonizaciones y arreglos y alcanza una pureza altamente demostrada en un disco que no pierde vigencia.





domingo, 1 de junio de 2014

Esta noche comienza el final

                                                

l

Quizás sea cierto, siento que estamos aquí para decirnos cosas que antes no  nos animábamos a decir, porque ese alguien del otro lado, inhóspito e inmóvil, nos llama sin saberlo a su mundo de hojas blancas, hojas secas, para hablarnos no con palabras sino con oídos. Por lo menos así lo sentimos nosotros, carentes de toda conclusión, hábiles para nadar de noche en aguas extrañas, buscadores de sueños sin cumplir, extraviados en una sombra que no para de crecer.
Hoy me atrevo a contar lo que nunca le conté a nadie, a vos, de ojos impíos, y tiempo para guardar, a vos, de sueños sin soñar y letras perdidas, que no te podes ir por más que quieras.
Porque sabes que en sí nada más cambiará, ni este momento compartido entre vos y yo, ni  tus ayeres rotos, seguramente por ese o esa al que te jugaste sin pedir nada a cambio y te olvidó.
Esa es la razón por la cual nos encontramos aquí, para dar batalla, batalla a todos y a cada uno, porque solos no podemos.
Creo que estamos entre palabras por compartir y espacios compartidos.
Estoy seguro que después de esta noche seguiremos siendo, cuando ya nos hayamos ido.

ll

Es quizás hoy, una noche de esas en la que uno fabricó en madrugadas de insomnio soledades entristecidas por un abandono inesperado o tragos de alcohol en pos de un olvido sin suerte y con remordimientos.
Seguramente, del otro lado al alguien queriendo escuchar una historia para salir de la propia, al menos por un rato. Inventar este mundo entre puertas cerradas es una trampa. Sencillamente le hablaré a  esa persona sin nombre y sin rostro, desconocido para la ciudad y para mí, en este único encuentro, en este único abrazo virtual en busca de un tiempo para mi y para el otro, cerca pero lejos, distante y al mismo tiempo al alcance de todos, una forma de querer ser otro, sólo por un instante.
Porque eso somos, una voz en busca de un oído desnudo, virgen, con espacios vacíos, ávidos de escuchar, intrépidos, perplejos, bienvenidas despejadas, corazones en rojo, rutas sin curvas, amores perdidos y por conquistar
Todo este laberinto de mundos, entre idas y vueltas, con el deseo de empezarlo todo nuevamente.

lll

A veces la soledad se presenta en la noche como un todo frágil y sinuoso. Un desfile de diamantes y altibajos despiadados. Desencuentros en marcada defensa. Un fin anunciado que marca la trampa de esa libertad atrapada en laberintos. Pero no significa nada. Es un acto integral de muerte imposible. Un reflejo de negros y blancos de un sello irreversible. Estoy tratando de decir desidia, amor lateral entre arénqueles caídos. No subirá el puente. Dar un paso al costado parece disuadir todo regreso. No dudará de esta noche fría caminando una Buenos Aires descalza y débil. Después de todo es difícil encontrar una salida a través un muro de ancianos.

lunes, 28 de abril de 2014


Una pequeña historia


"Pasa el tiempo
y ahora creo que el vacío
es un lugar normal"

Ella usó mi cabeza como un revolver
Soda Stereo                                                                                                                            




Soda Stereo me acompaño durante largos años de mi vida, crecí junto a ellos y de alguna manera siempre me sentí parte de su música y su manera de ver el mundo. Los conocí con su Long Play / Cassette Ruido blanco recién salido. Era un disco en vivo demasiado tocado en estudio para mi gusto, pero en realidad, a esta conclusión llegué años después, cuando mi oído  había recibido mucha música. Me nutría de radio más que nada en el mundo. Moría con Los Redondos, que fui a verlos en el Parque Sarmiento con su reciente álbum La mosca y la sopa. Sumo, que no llegué a verlos. Divididos, estuve presente en su primer Obras, en la presentación de Acariciando lo áspero. Salieron los tres a caballo y vestidos de gauchos, inolvidable. De lo extranjero, muy al principio me pegaba cualquier cosa hasta que escuché The Police, esa banda fue mi favorita durante años. El trío para ese entonces ya no existía, pero junto a Leonardo y Cristian, dos amigos de ese entonces, nos pasábamos tardes y noches enteras escuchándolos. Después apareció Led Zeppelin, Deep Purple, Pink Floyd y The Rolling Stones. Ni en sueños imaginábamos que años más tarde íbamos a verlos en vivo a estos últimos. Pero con Soda era distinto, me compraba cada revista donde salían en la tapa, cada póster que pegaba en mi cuarto. Me compré todos sus cassettes anteriores y los escuchaba mucho. Siempre admiré su manera de manejar la prensa, eran tres tipos del que no se sabía nada, excepto su música y sus letras. Su manera de vestir siempre me llamó la atención, adelante del mundo, creando vanguardia. El arte de tapa en sus discos, las fotos, su vestuario, la manera de encarar sus shows realmente me impactaron. Me compraba la revista Pelo, el suplemento Sí de Clarín cada viernes y estaba deseoso de novedades por su nuevo disco. Había leído que lo producirían en New York y que sería muy distinto a lo hecho hasta ahora. Excepto estos dos amigos que veía sólo en los veranos, el resto del año vivía la música en una tremenda soledad. Mi adolescencia se estancó en la timidez y mi dificultad de hablar con otros, por crear vínculos de amistad. Por supuesto que la mujer era sólo una posibilidad para otros y no para mí. Además era la persona que siempre cargaban en el colegio, el callado, el que no miraba a nadie a los ojos, el que hablaba bajito. Simplemente me encerraba en mi cuarto a leer algo sobre los músicos que me gustaban, escuchar la radio, y después también empecé guitarra. Y así pasaba las tardes. No se si hace falta decir que la ubicación geográfica en esos años para mí era Villa Gesell, muy lindo en verano, pero una eterna depresión en invierno. Vivimos unos años ahí con mi familia por el trabajo de mi padre. Así que para ir a ver alguna banda tenía que ir a la casa del primo de mi madre, que vivía en Caballito. Él tenía dos hijos que eran del palo del rock. También me perdí Amnesty por propia diligencia mía. Dormí con las entradas y me quedé sin poder ir al concierto, a mí entender, el más grande que se hizo en nuestro país. Pero aún el nuevo disco de soda Stereo no llegaba. Escuchaba una radio de Mar del Plata y pasaron un adelanto de lo que iba a ser Doble vida. Sonó En la ciudad de la furia y me sorprendió la calidad y lo largo del tema. Quería volver a escucharla y me pasaba horas encerrado hasta que la volvían a pasar. Cada disco de ellos era siempre un desprendimiento del anterior y con éste pasaría lo mismo. Doble vida al fin salió a la luz, ese año fuimos a Bs. As. para las vacaciones de invierno. Ya conocía la Rock and Pop, recuerdo haberlos escuchado a ellos tres en Malas compañías, el programa nocturno de Mario Pergolini. El arte de tapa una vez más era impecable, a cargo de Alfredo Lois. El disco tenía un aire neoyorquino latino, el productor artístico, Carlos Alomar, le dio esa nueva impronta a la banda. Y Gustavo Cerati cantaba mejor que nunca. Sonaban permanentemente en la radio y me empezaba a preparar para verlos por primera vez en vivo. Primero fueron a México y Chile, y a fin de año lo presentarían en Bs. As. La llamé a mi prima para que me comprara la entrada. Llegué a Bs. As. como un pueblerino, fui solo a obras, fue en el Estadio de hockey, al aire libre. Salió Mario Pergolini a presentarlos. Era muy fanático de ellos en ese momento. Nos los vi como personas normales. Estaba lleno de miedo. Nunca me voy a olvidar cuando se apagaron las luces. Ahí estaban, después de haberlos escuchado tanto, tenerlos en tantas fotos, leído tantas notas y entrevistas. Fue demoledor para mis oídos y mi corazón. No fui demasiado conciente de aquello.  Volví diferente de aquella noche, fue un viaje en muchos sentidos. Aún así no tenía que con quien compartir esto que me pasaba. Seguiría encerrado en mí mismo por algún tiempo más. En el verano de ese año los vi dos veces en la clásica gira por la costa. Y me gustaron más todavía. Lo que sentía por la música en esos años era muy fuerte. Vivía dentro de un walkman 24 horas por día. No existía ninguna otra cosa para mí. Lo había decidido, me dedicaría a esto, tocaría la batería –por Stewart Copeland- en una banda de rock y me burlaría del sistema. Madrugar, tener que trabajar por un salario, la oveja negra de la familia. Desentenderme de la vida común peronista –de la casa al trabajo y del trabajo a la casa-. Odiaba esa vida, en ese momento se había creado en mí un odio establecido a todo eso. Pero estaba solo, y no me comunicaba con nadie. De mujeres ni cerca, sólo en sueños. Empecé a escribir en formato de canciones a las chicas de las que me enamoraba en silencio y nunca me animaba a hablarles. Eran unas historias imaginadas increíbles. Me la pasaba escribiendo sobre nuestras vidas juntos. Claro que ellas nunca se enteraban. Me moría de miedo al hablarles. Y así llegó el viaje de egresados…olvidable para mí. Fui el hazme reír de todos. Una noche me llenaron la cama de fideos con tuco, digo, entre sábanas, re lindo descubrirlo en plena oscuridad. No me levanté ni a la mañana, ni siquiera una chica de otra escuela, que no sabían de mi condición. Volví con unos cuantos kilos menos porque resulta que soy complicado para comer y nada me gustaba. La música, una vez más, seguía siendo mi refugio. Me fui comprando algunos pocos cassettes, piratas también conseguí, de The Police sobre todo, sonaban espantosos. Soda era mi brújula, Gustavo Cerati daba una imagen esotérica, mística y de líder sobre natural por sobre sus compañeros de banda. Me pareció el mejor cantante, compositor y letrista de ese tiempo. Sus letras reflejaban las frustraciones que hubiese querido escribir. Cuando volvimos a vivir en Bs. As. Con mi familia, verlos se me hizo más fácil. Los vi por primera vez en un estadio compartiendo cartel con Tears for Fears, una banda que odiaba y que por suerte salieron después de ellos. Ese recital de Soda fue increíble, David Lebón subió a tocar con ellos como invitado. Vélez estaba colmado, fui nuevamente solo. Después nos encontramos con mi prima y el novio. La anécdota de esa noche fue que durante el show del dúo inglés, se largó una tormenta de los mil demonios. Lluvia torrencial con mucho viento. Los tipos tuvieron que irse después de unos pocos temas que tocaron. Años más tarde, Bobby Flores contó en la radio que al día siguiente de ese concierto, en un diario matutino, salió una nota comentando el recital de Tears for Fears diciendo que el show había durado dos horas y media y que habían tocado todos sus hits. Al principio de ese año me compré la ansiada batería y empecé a estudiar. Con el tiempo, entre mi extrema timidez de afrontar el mundo y me cero iniciativa para lo mismo, me vi en varias depresiones que terminaron en un ocio vicioso que me terminó llevando al enfrentamiento con mis padres y mi odio hacia todo y todos. 795 fue el número que me dijo mi padre esa mañana que había salido sorteado para cumplir con la patria. Diez meses y diez días estuve bajo bandera y la pasé más que bien. Durante años mi entorno familiar me estuvo  instigando para que me quite todas esas ideas que tenía de cambiar el mundo. En ese lugar fue la primera vez que empecé a relacionarme con otros, encontré gente del palo del rock y poco a poco fui comunicándome. Hay gente que la pasó mal en serio desde el principio. Creo que tiene que ver con el momento que estaba pasando cada uno afuera. En mi caso necesitaba un cambio. Soda ya había tocado quince veces en el Teatro Gran Rex  de las cuales fui dos. En la primera función fila ocho y segunda función fila seis. ¡Increíble! Gran momento del trío. En esos shows hicieron un cover de The Beatles “She´s so heavy”. Para mis primeros días en el servicio militar ya habían editado Canción animal. En ese disco tuvo una importante participación Daniel Melero, amigo de Cerati en los primeros tiempos de la banda. A fin de ese año llegaría la presentación por primera vez en un estadio solos. Fue en Vélez y el concierto fue impecable. Muy cuidados la puesta en escena. El vestuario, el sonido, las luces. Soda era la banda más grande y exitosa de todos los tiempos. A partir de ahí me sorprendió la distancia que había entre el cantante y los otros dos miembros de la banda. Una distancia que con los años no dejaría de acrecentarse. Cuando finalmente me entregaron el documento firmado y volví a mi vida civil, para mí fue el verdadero comienzo de la vida adulta. Al año Soda edita Dinamo, ese disco no lo entendí sino hasta diez años después. Era el sonido del futuro, algo que había pasado ese mismo año con Pablo Honey de Radiohead. Con el tiempo terminé teniendo un oído muy conservador que no me permitió llegar a ese sonido. Así y todo los fui a ver a Obras, tocaron unos desconocidos Babasónicos de banda soporte. Gran personalidad los tipos. Era el sonido de una nueva época parece ser, no lo había advertido. Ante la inoperancia de ir hacia lo que quería, tuve que buscar trabajo en los clasificados del diario y enfrentarme por primera vez a la vida real. Terminé en un trabajo común y la terminé rompiendo en todo sentido. Desde el punto de vista laboral, en compañeros y en mujeres. Terminé de novio con una chica de mi misma edad, de familia tradicional y peronista pero apolítica. Ni un libro en la casa y con un televisor en cada cuarto. Conocí el amor y el desencanto en largos y agobiantes siete años. Nada en común y sin compatibilidad alguna, terminé de la peor manera. Ya separados y con una pesada depresión, una tarde de noviembre extremadamente calurosa, me encontró internado en una clínica y con suero. Tenía pero largo y en menos de un año terminé pelado y con varios kilos menos. Una nueva etapa de soledad y abandono me incluía entre sus adeptos. La música siguió siendo mi refugio siempre. Ahí empecé a escuchar detenidamente Serú Girán y lloré noches enteras. ¿Cómo podía existir algo tan hermoso? Invisible también me emocionó. Creo que a partir de ese momento empecé a mirar hacia atrás, y escuchar a toda esa gente que había empezado a hacer rock acá cuando nada existía. Me levanté como pude. Un día tomé la decisión de irme a vivir a la Patagonia. Terminé trabajando en un puesto de diarios y me leía todo. Me perdí en sus inmensas distancias entre viento, frío y soledad. Aunque nunca probé drogas, ni tomé alcohol ni fumé, creo que éste hubiese sido el momento indicado. Descubrí Buenos Aires mirándola desde 1200 kilómetros de distancia. Me volví, me mudé a Capital, conocí el tango, recorrí sus mismas calles. Me perdí en madrugadas abandonas por la soledad y el desencanto. Y siempre volví a la música. Para ese entonces Soda me había dejado de gustar, creo que en Dinamo se cerró una etapa para ellos. De ahí en más no se supo nada más hasta que aparecieron con disco nuevo y no me gustó. Estaba más grande y me había nutrido de otras cosas. Tuve trabajos horribles para que me permitieran vivir. Comencé a estudiar Comunicación Social, para un hombre que siempre había tenido dificultades para comunicarse. Pero había algo en Soda que me atraía, en Sueño Stereo hay una canción que me encanta, se llama Ella usó mi cabeza como un revolver. Una magnífica pieza en donde un verso dice “Me ví llegando tarde, tarde a todo”, y eso me pasó a mí. Necesité demasiados años para acercarme sin miedo a lo que me gustaba. “Los años pasaron terribles, malvados” dice un tango. Llegué a  Borges, Cortázar y tantos otros. Leí mucho, siempre con música de fondo. Creo que me quedé en el tiempo. Cuando conocí Led Zeppelin simplemente fue tocar el cielo con las manos. Conocer esas letras y volar sin ácido con ellas. Canciones como Kashmir o Since I´ve been living you me volvían locos. Sentir The dark side of the moon recorriendo mis venas. Bobby Flores dijo una vez que después de escuchar ese disco uno no puede seguir siendo el mismo. A mí me pasó lo mismo, fue un antes y un después. Después del excelente unplegged de Soda, una banda ya separada, me enteraría años más tarde, pasó lo que ya casi todos intuíamos. No lo viví como un duelo, sino más bien como un Final de una crónica anunciada. En realidad estaban separados desde hacía mucho tiempo, y creo que ni ellos se querían dar cuenta. En el último tiempo de la banda el más desdichado terminó siendo Gustavo. Todo dependía de él. El era el dueño del material creativo de la banda. Y lidiar en un trío se hizo cada vez más difícil. En cambio, Zeta y Charly vivieron diferente la separación. Para ellos fue exactamente al revés. Mientras que para Gustavo fue una liberación el haberse separado, para Zeta y Charly fue enfrentarse a ellos mismos, no ya como miembros de una banda sino como individuos. Debe haber sido muy difícil. Con los años, nunca dejé de escucharlos y sobre todo leerlos. Mi vida pasó entre soledades y decepciones de todo tipo, pero siempre con música de fondo. Analizando sus álbumes, creo que cada disco está  dedicado a una mujer. Cada relación me sentí identificado con alguna canción de ellos. Después vinieron los Stones y un delirio acaparó mi mente. Conocer de cerca a Luis y Charly. Íconos absolutos de nuestra tierra. La inesperada vuelta de The Police y su gira mundial. Fue la única banda que esperé en la puerta de un hotel. De ahí surgió un grupo de fans con el cual nos juntamos una vez al año para conmemorar semejante fecha. El concierto del trío inglés estuvo bien. Siempre me incliné por el baterista y fundador. Genio absoluto si los hay. Es increíble, más de veinte años de la separación y tocó mejor que en aquel tiempo. Pude verlos de cerca, en plena calle, primero a la salida del hotel con corrida incluida, y luego en la entrada de una tanguería exclusiva de San Telmo. Los chicos están bien. Gozan de buena salud y me alegra que se hayan juntado. En cuanto a los conciertos que brindaron en River, fue algo predecible. Tuvo mucho que ver con su última etapa que es la que menos me gusta. El indeleble liderazgo de Sting opacó una vez más el desenvolvimiento del trío. Siempre me incliné por sus comienzos, creo que los dos primeros discos tienen toda la fuerza y energía de una banda punk, pero virtuosa y lanzada hacia algo nuevo. Me hubiese gustado que vuelvan a las bases y que Sting sea el cantante de un trío, y no el líder absoluto que elige los temas a tocar y cómo tocarlos. Realmente nunca imaginé que podría verlos juntos, pero así fue y estuvo bueno. Ese mismo año y después de diez, se juntó Soda para hacer la gira “Me verás volver”. Finalmente fue Gustavo Cerati, a través de un comunicado de prensa que hizo efectiva la reunión del grupo. Cuando se despidieron, dejaron quince años de vida. Conquistaron Latinoamérica como nadie hizo ni antes ni después. Supieron conservar la tranquilidad y fueron superándose en cada disco y show. Cada paso, lo daban seguro de sí mismos y con una cuidada imagen, vestuario y una planificada difusión de sus canciones, no sólo en nuestro país, sino también en los países de Latinoamérica donde llenaron estadios. Durante diez años el cantante se la pasó diciendo que una reunión no era posible que ocurriera. Él estaba en su etapa solista y Soda Stereo ya había hecho todo lo que una banda podía hacer. Lo cierto es que a los diez años de su previsible separación, la reunión, era un hecho. No quería saber nada con ir a verlos hasta que vi en You tube la conferencia de prensa a cargo de Lalo Mir. Tocaron dos canciones, Sobredosis de TV y En la Ciudad de la furia. Ahí recién los reconocí y me di cuenta que los estaba viendo a ellos. Los de siempre. Fue como volver a mis primeros años con la música. Ahí me convencí que tenía que estar en esos conciertos. Fue un aluvión de entradas sin precedentes. Vendieron dos estadios de River completos en tres días. Sin embargo, me las ingenié para conseguir una entrada para el primer concierto y otra para el último. Realmente no me acordaba que eran tan buenos. Sonaron como nunca. Súper afilados. Conectados entre sí. Las canciones eran iguales a su versión original y aún mejores, muy sofisticadas. Miré y escuche canciones en vivo que nunca había escuchado. Sin dudas estuvo increíble, con lágrimas mías y todo. Ahí me di cuenta que fue la única banda que realmente quise. El último recital de esa gira, me vio ahí sentado esperando que salgan. Me habían dado tanto…esta vez era para siempre. Ese año conocí a una chica con la cual iba a ser mi novia cinco años más tarde. Tampoco terminó bien, pero fue la relación más importante que he tenido. Una noche de diciembre cumplí mi sueño ni siquiera soñado, ver a Spinetta Jade, Invisible, Pescado rabioso y Almendra juntos en un escenario. Hoy Luis ya no está, Pappo tampoco. Gustavo lleva durmiendo un eterno sueño del que aún no se sabe cuando terminará, pero quedó su música de todos ellos y eso los mantendrá vivos siempre, como Led Zeppelin o Los Beatles. Se me acabó el tiempo, me quedé en silencio, pensé que tenía algo más que decir.



Abril 2014

jueves, 3 de abril de 2014



Poema sobre un final premeditado



Dulce cómplice de mi sueño
un firme caballo de otoño
nos cubrió el pálido océano
compartido sobre un silencio adverso
fresca y blanca
los soldados de la noche
atiborrados en su esperanza ciega
máscara de una flor inconclusa
reminiscencias sitiadas de la palabra
fuimos a caer indefensos
cuyas riendas de acero
ultrajaron el idioma sin besos
rectangular reflejo de un desierto vago
tu sombra y mi sombra
en una galería sin destino

Soñaba ser un hombre adulto
vos un rostro simple que camina sin prisa
sólo del otro lado del ocaso
entre el tedio y el resplandor de tus manos
y tu real mirada de entretiempo
universo huérfano de un tiempo que se disuelve
sobre mundos de  soledad entre mis ojos

En el principio que divide los dos crepúsculos
temí saber la cerradura que me abandonara al fuego
la tarde serena se cayó sobre mi cuerpo
la memoria de tus ojos sólo un recuerdo
declive universal sobre otro mundo verde

aún no sabía de esa noche última y rota