Julio Cotázar

Julio Cotázar

domingo, 1 de junio de 2014

Esta noche comienza el final

                                                

l

Quizás sea cierto, siento que estamos aquí para decirnos cosas que antes no  nos animábamos a decir, porque ese alguien del otro lado, inhóspito e inmóvil, nos llama sin saberlo a su mundo de hojas blancas, hojas secas, para hablarnos no con palabras sino con oídos. Por lo menos así lo sentimos nosotros, carentes de toda conclusión, hábiles para nadar de noche en aguas extrañas, buscadores de sueños sin cumplir, extraviados en una sombra que no para de crecer.
Hoy me atrevo a contar lo que nunca le conté a nadie, a vos, de ojos impíos, y tiempo para guardar, a vos, de sueños sin soñar y letras perdidas, que no te podes ir por más que quieras.
Porque sabes que en sí nada más cambiará, ni este momento compartido entre vos y yo, ni  tus ayeres rotos, seguramente por ese o esa al que te jugaste sin pedir nada a cambio y te olvidó.
Esa es la razón por la cual nos encontramos aquí, para dar batalla, batalla a todos y a cada uno, porque solos no podemos.
Creo que estamos entre palabras por compartir y espacios compartidos.
Estoy seguro que después de esta noche seguiremos siendo, cuando ya nos hayamos ido.

ll

Es quizás hoy, una noche de esas en la que uno fabricó en madrugadas de insomnio soledades entristecidas por un abandono inesperado o tragos de alcohol en pos de un olvido sin suerte y con remordimientos.
Seguramente, del otro lado al alguien queriendo escuchar una historia para salir de la propia, al menos por un rato. Inventar este mundo entre puertas cerradas es una trampa. Sencillamente le hablaré a  esa persona sin nombre y sin rostro, desconocido para la ciudad y para mí, en este único encuentro, en este único abrazo virtual en busca de un tiempo para mi y para el otro, cerca pero lejos, distante y al mismo tiempo al alcance de todos, una forma de querer ser otro, sólo por un instante.
Porque eso somos, una voz en busca de un oído desnudo, virgen, con espacios vacíos, ávidos de escuchar, intrépidos, perplejos, bienvenidas despejadas, corazones en rojo, rutas sin curvas, amores perdidos y por conquistar
Todo este laberinto de mundos, entre idas y vueltas, con el deseo de empezarlo todo nuevamente.

lll

A veces la soledad se presenta en la noche como un todo frágil y sinuoso. Un desfile de diamantes y altibajos despiadados. Desencuentros en marcada defensa. Un fin anunciado que marca la trampa de esa libertad atrapada en laberintos. Pero no significa nada. Es un acto integral de muerte imposible. Un reflejo de negros y blancos de un sello irreversible. Estoy tratando de decir desidia, amor lateral entre arénqueles caídos. No subirá el puente. Dar un paso al costado parece disuadir todo regreso. No dudará de esta noche fría caminando una Buenos Aires descalza y débil. Después de todo es difícil encontrar una salida a través un muro de ancianos.

No hay comentarios: