El pasado
Alan Pauls
Anagrama
560 páginas
Describir la soledad desde un amor desintegrado es
siempre una intervención insegura. El
pasado deja entrever una implicancia ante el hecho no consumado de Rímini y
Sofía, separados luego de trece años. De ahí en más, son dos seres condenados a
enloquecerse que habitan un mundo complejo y perverso que se dejó llevar por la
desidia. Un camino a la soledad del amor es también un camino inverso a la
felicidad. El resultado que describe Alan Pauls (Buenos Aires, 1959) es más
bien un antídoto al desasimiento y juventud de un tiempo que avanza hacia
atrás. El pasado toma como punto de
partida el final de una relación, y desde ahí avanza hacia el mismo infierno o infinito en la
cabeza de Rímini, por un lado, que
intenta alejarse desde una realidad que se transforma, y la de Sofía, ella
sigue viva más allá de la disolución de la que forma parte. Él combate en su mente, un escape
sobrenatural que se obsesiona con una Sofía irreal y que de a ratos fluctúa una
inversión de tiempo y locura. Un desprendimiento irregular fluye entre
recuerdos compasivos ante la contrariedad de una nueva e incesante búsqueda. Es
posible que El pasado sea un divisor
entre el vacío después de una decepción amorosa y el desencanto de querer
volver a vivirla nuevamente. El fruto exquisito de la espesura dialoga hacia un
ayer difuso, detenido en un tiempo altisonante y difícil de distinguir. La vida
de Rímini se desarma a través de sus acciones equívocas y desdeñadas sin ningún
tipo de exigencia. Va de un lado a otro buscándose entre dos fuerzas opuestas,
una que lucha incansablemente por soltar a Sofía y olvidarla y otra que
funciona como una fuerza contraria, anómala y sobre todo destructiva. En tal
caso, Rímini acepta su propio riesgo, su espectro actúa como un espejo que le
devuelve su imagen deformada. Encerrado entre paredes sin aberturas, Rímini
busca sin ser demasiado consciente su falso destino. Deambula como un hombre
que busca un mero dominio alejado de cualquier defensa. La emergencia de El pasado se centra en un amor trágico,
destinado al sufrimiento, que puede tomar forma de convicción en la medida que
se pueda hacer algo con el significado de su historia. La discusión de un amor
en pleno derrumbe pasa de un borde a otro y se traduce a través de un
reordenamiento en declive. A la vez, ese mismo amor, es invadido a poner
brutalmente un límite imaginario a una relación de seres lastimados. La
intensidad a la que se expone la novela
es atribuida a cierta cadencia, un grito al unísono que despliega un síntoma de
desenfreno dentro de una Buenos Aires que va a ser de testigo. El pasado atraviesa de principio a fin el
desenlace de un amor en eterna agonía. La historia fluye hacia otras vivencias,
amores corroídos, casi siempre dependientes
de todo. Alan Pauls enfrenta la descripción de los laberintos del amor, las
vicisitudes del amor, las incongruencias del amor. ¿El resultado? Un llamado a
la solidaridad de un amor que no puede sostener la decadencia de los protagonistas
sin creer en sí mismo. Un amor desorientado como un cauce sin salida, que se
desangra, inconmovible, aciago. Finalmente, El
pasado trata sobre la descripción de una soledad dañada, sin equilibrio.