Julio Cotázar

Julio Cotázar

domingo, 5 de julio de 2015

I L C O R V I N O: Perdedores hermosos

I L C O R V I N O: Perdedores hermosos



La verdad que hace años nos pasa lo mismo. Parce ser que cuando llegamos a la final algo pasa. Es miedo. Falta de confianza. La pelota quema. No querer REALMENTE ganar. Lo digo como equipo, también como país. Desde el Mundial 2006, a la hora de demostrar la sangre de campeón, lucen con miedo, inconexos. No hay tres pases seguidos. Y uno se pregunta; ¿Dónde está el fútbol? ¡No saben qué hacer!. Algunos jugadores preferirían estar en la casa mirando el mismo partido del que forman parte. En todos estos años de poco fútbol y muchos millones, con algunas pocas excepciones, no vi nada parecido, ni cerca, del hambre de gloria del más grande de todos, Diego Armando Maradona. Yo no me olvido.

domingo, 25 de enero de 2015


                                                                                                                                                     A Magui




Si pudiera explicar en palabras
si pudiera hacerte llegar en ellas
este ramo de luna mojada entre mis manos
si acaso tu mirada o tu lunar izquierdo
ese delfín que sueña junto a tu boca
y se esconde en tu blusa
pudiera comprender así como así
cómo nace una estrella o muere un durazno
al perder la fragancia de un cielo al atardecer

Dibujar en el centro de tu soledad una salida
un camino que no sea demasiado real
como una escalera resignada hacia otra puerta
minuciosamente sorprendida por tu presencia
y entonces la lluvia ya no tendría importancia
y tus pies en el agua gritarían silencio
y tu mente sólo recordaría momentos en el espacio
pero ahora es de verdad este sueño que se acerca
sin riesgo y obsesionado en mirarte sobre amarillo

Un esquema y laberinto para ir a buscarte
en una ciudad que no tiene nombre todavía
y vos ahí donde no queda un rincón sin recuerdo
y yo aquí donde mis pies juegan en una sábana fría
y mi nombre descansa sin que nadie lo nombre

Siempre hay paredes que parecen caerse
alrededor de uno
el desorden de tu pelo
y mis piernas sosteniendo tu sueño de lejos

Ya nadie nos curará del fuego sordo que viene a buscarnos
en mi cuerpo siento tu marea
y pienso en tus lágrimas azules
donde las profecías pronostican nuestro  ahogo

Tu recuerdo de almíbar se refleja en mi piel
es hora de morir un poco